1. Aspectos teóricos del mercado de trabajo

Desde un punto de vista económico el mercado de trabajo es aquel en el que se ofrece por parte de las familias y se demanda por parte de las empresas el factor trabajo y en consecuencia se determinan las cantidades necesarias del factor (la ocupación) y el precio del mismo (el salario).

Es decir, se trata de un modelo económico de doble sentido que impacta y está impactado en ambas direcciones. Las empresas necesitan de los trabajadores y los trabajadores necesitan de las empresas.

 

 

Como se desprende de lo anterior, los dos factores relevantes que hay que tener en cuenta a la hora de analizar el mercado de trabajo van a ser la cantidad de trabajo y el salario.

¿Cuál es el racional que hay detrás de las empresas?

Cuanto más barato sea el salario de los trabajadores más empleados podría contratar.

¿Cuál es el racional que hay detrás de los trabajadores?

Cuanto más alto sea el salario que paguen las empresas, más predisposición tendrán a trabajar.

Como se observa, se trata de racionales opuestos pero que están inevitablemente condenados a entenderse. Por ello, el mercado de trabajo se equilibrará en el punto en el que las empresas admitan pagar un salario por el que los trabajadores estén dispuestos a trabajar. Este punto de equilibrio (Pe, Qe) determinará todas las variables relevantes del mercado: salarios, ocupados y parados.

 

 


Es importante destacar aquí que este punto de equilibrio no es el de pleno empleo, lo que implica que siempre va a haber personas en situación de paro. Concretamente, a esta tasa de paro en la que Pe y Qe se encuentran, se denomina tasa natural de paro o tasa estructural de desempleo. Esta tasa es mayor o menor debido a las condiciones específicas del mercado de trabajo de cada país.

Las condiciones específicas de cada país están determinadas básicamente por tres agentes: trabajadores, empresarios y gobierno.

Todos ellos ejercen un papel que altera el funcionamiento del mercado laboral. Algunos ejemplos de esto, son los siguientes:

  • El poder de negociación: cuanto mayor sea el poder de negociación de los trabajadores, mayores serán las prestaciones salariales que consiguen negociar. En caso contrario, la situación se daría a la inversa.
  • Las expectativas de inflación: cuanto mayor sean estas expectativas, mayores serán los niveles de salario nominal que exijan los trabajadores para no perder poder adquisitivo. En caso contrario, la situación se daría a la inversa.
  • La productividad: cuanto mayor sea la productividad, mayor será el salario que las empresas estén dispuestas a pagar por el trabajo. En caso contrario, la situación se daría a la inversa.
  • La tasa de paro: si la tasa de paro es muy reducida, el trabajador puede presionar a la empresa para obtener mejores condiciones salariales, dada la presión que hay sobre el factor de trabajo (podría cambiarse fácilmente de empresa). En caso contrario, la situación se daría a la inversa.
  • Legislación gubernamental: las leyes que impacten en los aspectos laborales (salarios, contratos, indemnizaciones, seguridad social, etc.) tienen una repercusión directa sobre el mercado alterando las curvas de oferta y demanda de trabajo y en consecuencia el punto de equilibrio. Por ejemplo, unas indemnizaciones económicas muy altas por el despido de un trabajador pueden reducir/restringir la curva de demanda de trabajo (en la fase de nuevas contrataciones) por parte de las empresas al tener éstas que establecer un posible sobrecoste a cada relación laboral que posea. En el lado contrario, el trabajador se siente teóricamente más protegido en su puesto de trabajo puesto que existe una costosa barrera de salida para la empresa.

Por todo ello, es necesario dejar claro que no es posible que la tasa de paro de una economía sea cero. Aun cuando los agentes principales acuerden todas las medidas idóneas necesarias para el buen funcionamiento del mercado laboral y la situación económica nacional e internacional sea muy positiva siempre va a existir un volumen de desempleo, llamado friccional, que está relacionado con los propios flujos del mercado laboral (por ejemplo, un trabajador que pasa de inactivo a activo, otro que pasa de activo en empresa A a inactivo y posteriormente a activo en empresa B, etc.). Tiene en consecuencia carácter transitorio (aunque permanente en el tiempo) y surge porque los ajustes en el mercado de trabajo no se dan de forma instantánea.

También es necesario aclarar que el mercado de trabajo puede tener dualidades, es decir, puede estar formado por un mercado de trabajo primario en el que los puestos son buenos, los salarios altos y la rotación es baja, y un mercado de trabajo secundario, en el que los puestos son malos, los salarios son bajos y la rotación es alta.

Esto implica que los niveles salariales deben ser altos para garantizar el funcionamiento del mercado primario (salarios de eficiencia), debido a que la buena paga garantiza la calificación, eficiencia y motivación constante de los trabajadores, condición necesaria para la competencia en mercados exigentes. En el segundo caso, se puede tratar de mercados locales poco competitivos, de altos niveles de desmotivación y de sectores económicos deprimidos y poco innovadores, también puede tratarse de una sobreoferta laboral.

Por último, en este epígrafe es necesario analizar la relación que hay entre el empleo y el nivel de precios de la economía (inflación). Por ejemplo, supongamos que las empresas responden a un aumento de la demanda de bienes, elevando la producción. Para esto es necesario aumentar el empleo, lo que provoca una reducción en el nivel de desempleo. Las mayores presiones de demanda existentes en el mercado de trabajo provocan la subida de los salarios y esto eleva los costos de producción, obligando a las empresas a su vez a subir los precios o ajustar de algún modo sus costos. El resultado a corto plazo es que se ha producido un incremento de precios generalizado y un crecimiento del empleo.

Esta relación se conoce como curva de Phillips y establece una correlación negativa entre el aumento de los salarios y la tasa de desempleo. Es decir, bajo esta perspectiva si un gobierno quiere luchar contra el desempleo tendrá que aceptar un crecimiento de la inflación.

No obstante, como se ha dicho anteriormente, esta relación es cortoplacista, es decir, importante en términos de coyuntura económica pero no en términos estructurales. En el medio y largo plazo los salarios reales de los trabajadores tienden a incorporar toda la subida de la inflación con lo que las empresas vuelven a deshacerse del exceso de mano de obra que habían contratado.

Autor: A. Díaz Redondo
Profesor del CEF
Telefónica España