Riesgos laborales, factor humano y protocolos preventivos: ¿Qué lecciones de la crisis del ébola?

La gestión de la primera alerta-crisis del virus del ébola fuera de África ha vuelto a llevar al primer plano de la actualidad la ausencia de una verdadera cultura preventiva laboral en los sectores de actividad en general, y en el sanitario en particular. Peor aún, ha revelado una cierta involución, en la medida en que las autoridades sanitarias se aferran, en España y también en Estados Unidos, no solo al cumplimiento de los protocolos como si fuesen sagrados, como si en ellos estuviese una suerte de vacuna inmunitaria frente al riesgo, sino también a la fatalidad que deriva del prevalente «error humano». Pero la cultura de seguridad eficaz es aquella que va más allá de los protocolos, poniendo énfasis, de un lado, en la garantía de promoción de actitudes, valores y buenas prácticas sobre la seguridad y salud en los gestores y trabajadores en los diversos sectores productivos, en particular en esta ocasión en el sanitario, de otro, en su capacidad de evitar o, en todo caso, minimizar los errores humanos.
Además, aferrarse a una dimensión eminentemente protocolaria de la seguridad no es una opción asumible tampoco económicamente, pues los costes son muy elevados. La llegada del ébola a los países desarrollados ha puesto de relieve el extremado gasto que conlleva para las arcas públicas la curación –unos dos millones de euros por caso tratado–. Solo el mínimo número de afectados en los «países ricos» puede explicar, nunca justificar, que aquellos hayan asumido el riesgo que conlleva no cooperar activamente con los «países pobres» afectados de una forma masiva por el ébola para tratar en origen a las personas contagiadas –más de 13.000 personas–, despreciando el peligro «migratorio» del virus por la globalización, que está en la raíz –causa– de los contagios tanto en Europa como en Estados Unidos. En la «sociedad del riesgo» (Beck) en que vivimos permanentemente, el ébola ha asumido una veste de riesgo laboral, no solo biológico sino psicosocial, global, mientras que las políticas de acción siguen siendo no solo «nacionales», sino improvisadas en gran medida.
Aunque la dimensión jurídico-social de esta grave situación, constitutiva no solo de un delito de riesgo –art. 316 CP–, sino de enfermedades profesionales y del trabajo, así como de responsabilidades civiles por los graves daños personales generados, exija un análisis más amplio y detallado del que se efectuará en este espacio, ahora se pretende llamar la atención sobre la cadena de errores organizativos y de gestión que están en la base de la deficientísima práctica preventiva en el ámbito de la seguridad y salud de los profesionales implicados y en las responsabilidades-costes que estos incumplimientos llevan aparejadas. El problema dista de estar resuelto con la curación de la profesional sanitaria, que ha pasado de ser culpabilizada de su contagio y de poner en riesgo a los demás –compañeros y conciudadanos–, a presentarse como una heroína, según un parámetro característico de la actual «sociedad del espectáculo» (Vargas Llosa), pues son muchas las situaciones que se están produciendo en España que exigen mantener la alerta. La solución no pasa por pedir perdón, sino por la responsabilidad.

Palabras claves: riesgos laborales, cultura preventiva, protocolos sanitarios, enfermedades profesionales y ébola.

Cristóbal Molina Navarrete
Director Académico de la RTSS.CEF

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RTSS. CEF. NÚM. 380 (noviembre 2014)

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SUMARIO

1. Planteamiento: ¿Qué fue de la prevención como inversión productiva?
2. Nudo: La cultura preventiva más allá de los protocolos
3. ¿Desenlace?: ¿Quién, cómo y cuándo responde de la cadena de errores?