Entraron en el despacho del director de Recursos Humanos y se sentaron uno enfrente del otro, las miradas no se cruzaban, parecían estar sincronizadas para evitar mirarse, sin embargo en algo coincidían, se alternaban en el cruce de brazos y de piernas.
El director de Recursos Humanos, saludó y los miró, sabía que el conflicto ya tenía difícil solución, sus caras estaban deformadas por la rabia acumulada, pensó unos instantes, sabía que tenía que medir muy bien sus palabras para evitar que la situación se descontrolara, y así lo hizo, pero el resultado no acabó siendo el esperado.
El sondeo para descubrir la fuente del conflicto, pronto derivó en una ruda discusión, la mediación no funcionó, la situación se volvió muy difícil de controlar, el director de Recursos Humanos pensó encontrarse en tierra de nadie en un campo de batalla.
¿Cuánto talento se pierde en disputas internas?, ¿cuántas energías se gastan en conspiraciones entre compañeros? El conflicto es innato al ser humano, pero el saber evitarlo y controlarlo es el arte de los mejores profesionales de los Recursos Humanos.