Los muertos vivientes, zombis laborales, murieron en la empresa hace mucho tiempo y todavía no lo saben. Piensan que siguen vivos laboralmente, pero están en su puesto de trabajo, solo de cuerpo presente. Su cuerpo sigue el ritmo laboral mínimo necesario para que la nómina se siga ingresando todos los meses en su cuenta corriente, pero su cerebro viaja a otros mundos, sueña con otras condiciones laborales, o con otros jefes o compañeros, eso en el mejor de los casos, ya que algunos ya ni soñar pueden.
Trabajadores quemados, muertos en vida, algunos están diagnosticados, tienen el síndrome del trabajador quemado, otros no saben qué les sucede, se levantan cada mañana y acuden a su puesto de trabajo, pero llegan ya agotados sin haber empezado a trabajar, desmotivados, aburridos, hastiados, reactivos, cargados de críticas o malhumorados.